sábado, 8 de septiembre de 2007

III

De rostro vacío,
de mirada penetrante
que antes de amanecer
veneraba la muerte.
Jugaba con el tiempo.
Destruía los minutos.
Apresuraba los pasos
para intentar comprender
su dolor, su miseria, su hambre…
Ahora, vuelve los ojos atrás,
sólo recuerda las lágrimas del dolor,
los días sin fin,
la noche oscura de su infancia,
la pobreza, el hambre,
que ya no siguen con él.

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