Musa, Madera de tiempos remotos.
Criatura y profeta,
efímeros objetos sucumbiendo en un
febril destino de habitáculos sin nombre.
Severa luz de lo infinito, lucidez,
vasija donde artistas de labios y sudores cadenciosos
reposan la contemplación de viejos mundos.
Imágenes avivan creaciones nocturnas
donde los rezos se tornan crueles y voraces
a la espera de las tertulias.
El silencio es la equilibrada perfección de lo venidero.
Para culminar el curso de cristales solariegos,
rezagos de mantos mudos
devuelven voluntad y castigo.
Arena y roídos huesos de poetas
rodean el presbítero cantar de las venas.
Infante o senil creador de ideas,
vivir es sólo un constante caer hacia el vacío.
Los años no permiten la perfección
de lo equívoco, pero consienten a su vez
toda aquella sensación de agonía.
Es aquí donde lo externo nos celebra,
y nuestros frutos conservan con virtud
la intensa melancolía de los nombres.
A la posteridad quedan nuestros sueños,
plasmados sobre muros y maderos de tiempos remotos.
Criatura y profeta,
ambos renacen con el persistir de las musas.
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1 comentario:
BRAVAZO!!!
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