sábado, 8 de septiembre de 2007

TAXI

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Pamela estaba llegando a la universidad en micro cuando se dio cuenta que había olvidado su informe en la pensión. Bajó en la esquina más cercana y como el trayecto que había cubierto era demasiado para esperar otro, y no podía entrar a clase sin el debido informe final, tomó el primer taxi que encontró -¿A dónde la llevo señorita?-, -rápido a La Noria, por el reservorio-

Pero yo de cojuda carajo, por qué chucha . . . yo sabía, yo sabía, YO SABÍA que algo me tenía que olvidar, y esta vez me tocó el informe de mierda, puta y encima si llego tarde ese viejo conchasumare me va a cagar -¿bonito el día señorita?-, -¿ah?-, -le digo que si no le parece bonito el día-, -ah, sí- puta mare, qué acaso no me está viendo la cara de poto que he puesto, o ese viejo de mierda vive en la nubes o qué chucha, con este informe final me juego el año y el viejo me pregunta que cómo me parece el día -qué bueno que el sol haya salido, hacía como tres días que andaba todo nublado y triste- señor le pago por conducir no para hablar, si quiere hablar pague su quina en el chat y no joda -en mis tiempos solíamos irnos a la playa todos los días, pero ahora está contaminada, recuerdo que iba a Buenos Aires-, -Ah sí que bien- me llega a la punta de la teta lo que haya hecho -acá voltee a la derecha-

En realidad el día sí que estaba bonito, pero Pamela no podía pensar en nada más que en presentar su informe. No reparaba en el radiante sol de primavera, las flores amarillas que caían anunciando la navidad, o la polifonía en el apareamiento de las aves. A ella le llegaba si el día era claro u oscuro, si el otoño se retrasaba o si las aves estaban arrechas -en estos momentos mi mente está muy ocupada con la universidad y le pediría silencio porque aparte estoy muy, pero muy estresada, o sea, no tengo ganas de hablar ¿comprende? y tampoco quiero ver como está el día ni hoy, ni mañana, ni pasado, ni nunca ¿Entendido?-, -como guste señorita- cuando el semáforo estuvo en rojo, dirigió su mirada hacia un árbol cuyo verdor era hermoso, pero como estaba rodeado de bolsas de basura, era imperceptible.

El taxi se detuvo en la puerta de su pensión -señor horita un momento, salgo y para que sean dos carreras, o sea me regresa a la universidad ¿ya?-, -señorita me gustaría que pague por adelantado-, -¿las dos carreras?-, -no, solo una- cuando Pamela cacheó sus bolsillos, se dio con la sorpresa -¡¡¡PU-TA-MA-RE!!! ME ROBARON- en efecto, en el micro le habían sacado la billetera -pero por la PUTA MARE, qué cojuda que soy, mierda ¿y ahora? ahí taban mis documentos, MI PLATA ¡¡¡CARAJO!!! ya no se puede confiar en nadie, y ya solo quedan diez minutos, puta que ya fui-, -no quiero ser descortés, pero quisiera que me pagase, así como usted ha aprendido a no confiar en nadie, yo tampoco puedo hacerlo-, -está bien señor, pero ahora no podré, quizás si me busca luego de clases. . . -, -¿perdón?-, -usted sabe-, -no, no señorita, yo no-, -no te hagas el sano viejo huevón-, -no, usted está tergiversando mis intensiones-, -entonces ¡¿Qué chucha quieres?!-, -quisiera sus dos ojos-, -¿qué?-, -que deseo que usted me pague con sus dos ojos-, -bueno, pero si era eso lo que quería, hubiera dicho desde un inicio- Pamela sacó su navaja, la cual nunca antes había usado, y no esperaba que le sirviese para lo que iba a hacer -pero señorita, tenga mucho cuidado, no quiero que sus lindos ojos se dañen-, -¿lindos ojos? ponga el espejo hacia acá que no veo- Pamela levantó sus párpados y los fue cortando con el propósito que facilitara sacarlos de sus cuencas -¿le ayudo?-, -puedo sola- una vez fuera, procedió a extraerse los globos oculares con las uñas -con cuidado señorita- y mientras intentaba quitarse el ojo derecho, chorreando sangre por sus mejillas, pudo ver su reflejo en el espejo retrovisor del taxi: En verdad eran bellos, un par de ojos café los cuales brillaban gracias a la luz solar y a la sangrienta navaja.

Solo le importaba llegar a la universidad y presentar su trabajo a cualquier precio -yastá ¿tiene un poco de hielo?-, -sí señorita, siempre traigo una bolsa para cuando los clientes no tengan dinero- mientras cortaba las venas que la unían a su ojo, se acordó del tiempo que estaba perdiendo en esta carnícera paga -ya señor, espere-, -aquí voy a estar señorita-

Camino a la universidad, el señor puso música en su radio. Era una emisora chicha -pucha señor, cambie esa huevada no se malee pe-, -está bien señorita- el señor sintonizó algo romántico -no pe ¿acaso quiere que me ponga a llorar? ni ojos tengo- buscó en el dial hasta dar con algo interesante -pucha odio el rock peruano, no hay nada nuevo, todo lo que hacen es copiar a los gringos y se creen lo máximo- el señor prosiguió en la búsqueda -aaaggghhh, reggaeton ¡Puta qué asco! esa música de cholos y chuscos, encima de esos boricuas atorrantes que se la tiran de raperos gansta, quien quiera creerse negro o centroamericano debe de estar recontra mal del cheko, si son una sarta de machistas ignorantes y haraganes- sin más remedio, el señor puso noticias -uff no, en esa porquería solo aparece como todo se está yendo a la mierda, cómo el Perú se hunde cada día más en su miseria, que la pobreza, la desnutrición, la delincuencia, la drogadicción, la prostitución, la trata de . . . ¡y-a-mí-qué-CHU-CHA! con tal de estar bien YO, para qué me voy a preocupar del resto- tomó un respiro y continuó -como esos huevones de la universidad que se creen socialistas, comunistas, marxistas, sarta de poco floros y poseros, esa huevada ya fue, tú crees que yo estoy estudiando como huevona para que venga uno de esos drogadictos que suben a los micros y vayan a ganar lo mismo que YO, no jodas, señor mejor apague su radio- ¿he dicho todo eso en voz alta?

Antes de bajar, Pamela se dio cuenta que había olvidado nuevamente algo -a ver, ahora ¿qué desea de mi cuerpo?-, -sus oídos-, -ya lléveselos, pero rápido que estoy sobre la hora-, -¿podría hacerlo usted?-, -aiccchhh . . . YA, está bien- se miró en el espejo -están muy duras- quién me manda a olvidarme todo, ahh mierda ya entró la navaja, seguiré cortando, todo por la universidad, por forjarme un futuro -aquí está la derecha- introdujo su navaja en la otra y como carne de res fue fileteando despacito todo su cartílago sonoro.

-Yastá-, -pero esto es solo lo externo, yo le dije claramente que quería sus oídos-, -¿Qué?, ¿Cómo?-, -¡Los oídos!-, -estoy sangrando un poco, pero a ver- o a escuchar -meto la punta por aquí ¿es esto el tímpano?-, -sí-, -y te lo doy con todas las herramientas, yunque, martillo, serrucho, zambo, wanka, weso, pellejo-, -señorita creo que está perdiendo la noción de las cosas-, -Carajo ¡Yo sé lo que hago! Ahora me retiro porque tengo clase-, -puedo esperarla si quiere-, -ve tú-

Pamela entregó el trabajo a tiempo. Si bien, carecía de ojos y orejas, y en sus nuevos orificios se iba formando una horrible costra, al profesor poco le importó. Con solo haber puesto el informe sobre el pupitre, ya estaría aprobada -tanta huevada para que ni lo revise- más que felicidad, sentía un vacío infranqueable.


Se había matado durante un mes, solamente por presentar su trabajo: Investigando, copiando-pegando, analizando, copiando-pegando, sintetizando, copiando-pegando, pero por sobre todas las cosas memorizando. No había salido a ningún sitio, había choteado a su enamorado, y a éste poco o nada le importó, empezó a salir con otra, y Pamela seguía con su informe. Llegó el cumple de su mejor amiga, la llamó gastando con el dolor de su alma: 50 céntimos, el resto lo tenía que ahorrar en sus pasajes y entregar puntual el informe. Todo el stress causado le había hecho olvidar demasiadas cosas, hasta la misma razón de ser de aquel mes.

A la salida, el señor taxista, quien permaneciera esperándola, guió a Pamela hacia él. Ella no lo vio, ni lo escuchó, ni siquiera le habló durante el trayecto. El taxista tampoco intentó entablar conversación.

Pamela sabía que no podría pagar este nuevo servicio, pero por lo menos, viajaría más cómoda que en un micro. Como no tenía nada que comentarle, gritó algo que únicamente pudo escuchar en su pensamiento -¡Señor, le doy mi lengua, no tengo pa' pagarle!-, -eso mismo le iba a pedir señorita- Pamela procedió a sacarla lo más que pudo y empezó a seccionarla con su navaja, como si estuviese cortando un filete. Al señor no le importaba que la sangre siguiese manchando los forros de los asientos. Cuando faltaba un poco de carne, procedió a arrancarse la lengua y se la entregó -gracias señorita ¡Que pase un lindo fin de semana!-

Pamela regresó a su cuarto, se desnudó frente al espejo y recordó un árbol que a partir de aquel día solo vería en sueños o en la memoria.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

La historia que cuentas le puede pasar a cualquiera pero la simbologia que usas es impactante.

Pero mas interesante es el estilo de escribir el cuento. La conversacion se sucede con el pensamiento y otra vez con el dialogo. Y esto mantiene la atencion del lector y finalmente queda atrapado y no se separa de la lectura hasta saber el final.

Buena propuesta.
Felicitaciones !
Erick.

Anónimo dijo...

de pm tu cuento ,me hiciste acordar a una de mis tantas pesadillas de cada fin de ciclo.
revise tu blog y me encanto .
esperaremos el siguiente cuentos con ansias.

TUNQUI dijo...

me cagaste. buen trafabafajofo

Anónimo dijo...

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